"Era de Franz Hals, el ácrovio diseño; el paisaje cercano, ideológico;
rosas de una palidez cerámica, enmarcaban en hemiciclo, la figura central, como bocas de muertos, prontas a besarla;
apenas un fulgor de oro, rompiendo aquella acromia;
el de la cabellera lacia y, fluida de Salomé, extendida como una suave serpiente de nácar sobre los mármoles candidos…"