La misión de Brody Carter no iba a resultar fácil... con cualquier otra mujer lo habría sido, pero no con Michaela Doucet. Aunque apenas conocía a la provocativa bruja cajún, su bello rostro ya lo perseguía en sueños.
Brody sabía que las mujeres como Michaela nunca se interesaban por tipos como él, llenos de cicatrices y tan amargados que les daba igual lo que el mundo pensara de ellos; pero eso carecía de importancia, porque ahora debía protegerla de los licántropos que la querían ver muerta. Aunque aquella decisión le cambiara la vida. Aunque fuera una locura.
Brody no tenía elección. Nunca la había tenido.