Muchos de los elementos que por tradición integran la cultura están en crisis. La decadencia de la filosofía es particularmente llamativa, por un malentendido afán de rigor se ha ido apartando del lenguaje y preocupaciones del hombre de la calle, ha olvidado que su cometido era mantener vivo el interés por las preguntas que no podemos dejar de formular ni acabar de responder, e impedir que deriven hacia lo trivial las otras, las que nos salen al paso cada día. Este libro quiere dar la espalda al formalismo erudito de la filosofía académica y a las concesiones que es usual tributar a las corrientes en boga, el culturalismo estetizante y las tesis políticamente correctas. Trata de contribuir a la recuperación de un cierto estilo, de la actitud que a juicio del autor definía la filosofía en los buenos tiempos, cuando no estaba tan lejos del común de los mortales.