Robert Lowell decía que “un poema es un acontecimiento, no el registro de un suceso”. Haciendo suya esta afirmación, Carlos Alcorta mira hacia dentro de sí mismo realizando un permanente examen de conciencia que no deja de ser conciliador, benévolo y comprensivo con los defectos propios y ajenos, en un diálogo permanente con quien uno es a la vez que se acentúa la preocupación por el futuro y por los demás: bienestar emocional propio frente a conflictos colectivos pro-vocados por una sociedad sin alma. Los poemas de Carlos Alcorta van de una descripción anecdótica inicial hacia una conclusión, hacia un final abierto a las reflexiones que suscite en el lector.