Leyendo los hechos de Alejandro se despertó en César el amor a lo grande, y por la lectura de una oda conoció La Fontaine que él también podía ser poeta, como Malebranche leyendo a Descartes supo que podía ser filósofo. ¿Por qué otras muchas personas indecisas en sus determinaciones no cabría que se resolviesen también a adoptar un camino no visto porque nunca pararon su atención en punto alguno? ¿Por qué quienes ya escogieron ruta, pero marchan por ella decaídos, sin bríos ni ilusiones, no cabe que adquieran energías a la vista de quienes alcanzaron el éxito por el trabajo y la constancia? Pensándolo así y seleccionando los caminos más adecuados para el éxito, a la vez que los hombres más notables que siguiendo tales vías al éxito llegaron, hemos compuesto este libro del cual esperamos habrá de obtener valioso provecho de todo el que lo lea. Solo sentimos que la modestia de nuestra pluma no sepa responder a la altura del propósito que la mueve.