“Este Diccionario de lugares comunes (Dictionnaire des idées reçues) se mantiene hoy con independencia del Flaubert escritor de ficciones, de modo que en la ocasión resulta conveniente prescindir de introducciones generales y prólogos demorados. Baste decir que el Diccionario era una idea que persiguió a Flaubert durante su vida útil de creador, e incluso en su niñez –apunta René Descartes– el futuro artítice de Madame Bovary se sorprendía ante las simplezas y tonterías que desgranaba en su hogar una vieja amiga de la familia. […] El Diccionario de los lugares comunes no deja de tener paralelos en la literatura universal, como el maravilloso Diccionario del Diablo, del norteamericano Ambrose Bierce, y nada menos que James Joyce en su Ulises, de acuerdo con la autorizada opinión de Ezra Pound, recoge el mensaje flaubertiano al desnudar con agudeza la larga serie de lugares comunes de la lengua inglesa.”