Todo proyectil tiene su trayectoria. De la publicidad de una bala eco-friendly noruega al orificio de una bala en el labio superior de un cadáver caraqueño. De una pistola Smith and Wesson expuesta en París a una pistola de la misma marca abrasada por un coche bomba en Kandahar. De la explosión virtual en la feria de armas más grande del mundo a la explosión real de un misil en Libia. Las crónicas de Plàcid Garcia-Planas siguen esa trayectoria. De las moquetas del márketing bélico a las morgues del frente. De las libélulas libias al primer bombardeo aéreo de la historia. De la tumba de los suicidas afganos a la tumba del judío Adolf Hittler. De una funeraria asaltada en Londres a una lata de atún bajo el ataque de los cazabombarderos: “Úselo en sus ensaladas, rellenos aperitivos o tortillas”. Relatos que dan la razón a Mario Vargas Llosa: la realidad es infinita.