La Poesía, amiga de la soledad y mía, confidente de mis días. Leemos sonoridades, evocaciones, deseos.
Nos asomamos a estos poemas, como una ventana, desde donde ojear los amaneceres, los colores, el mar, el amor, el deseo, la vida bulliciosa y muy preciada, la solidaridad, la Paz, la educación y la cultura; los niños con sus asombrados ojos. Recogemos nuestros sentimientos desde el paisaje mediterráneo. Ciudad donde el fresquísimo aire de verano es un gran abanico por la noche. El tiempo, siempre escaso en una vida.
En sus páginas, las palabras son escasas para nombrar; se asemejan a una música y una vitalidad; descripciones en unos momentos gratificantes. Hay veces donde las ilustraciones, hacen la lectura más llevadera, o simplemente menos monótona.
Vaya este libro para mi incansable hija, Ana; mis amigos desde la infancia, hasta los años muy venideros, mis conocidos, en los distintos espacios donde transcurre mi vida.