Si Elizabeth Carstairs volviera a casarse, no sería por amor; sería por amistad, por compatibilidad y para ofrecer un hogar a su familia. Pero entonces, conoció al atractivo entrenador de béisbol de sus hijos.
A Will Hollingswood le gustaba su vida de soltero; hasta que le presentaron a Elizabeth y a sus dos encantadores hijos. Desde ese momento, empezó a considerar la posibilidad de sentar cabeza. Pero tenía un problema: debía encontrar la forma de que ella dijera "sí" al amor.