“Para mí, este libro tiene, en efecto, una segunda importancia subjetiva que sólo alcancé a comprender cuando lo hube concluido, al comprobar que era parte de mi propio análisis, que representaba mi reacción frente a la muerte de mi padre, es decir, frente al más significativo suceso, a la más tajante pérdida en la vida de un hombre”. Sigmund Freud Del desarraigo inicial a la invención del psicoanálisis. De la muerte del padre a La interpretación de los sueños. De una incipiente teoría de la seducción al complejo de Edipo. En el medio, un viaje a Italia donde Freud se topa con los frescos de Signorelli en la Catedral de Orvieto y después… después una carta a Fliess donde le dice que ya no cree en su neurótica y, posteriormente, el comienzo del Selbstanalyse. Freud llegó a Orvieto el 8 de septiembre de 1897 y visitó la Catedral a la mañana siguiente. Nada anticipaba que los frescos pudieran haberle impactado tanto, salvo por su silencio, tal vez. Tuvo que pasar un año y otro viaje para que, luego de un olvido, apareciera el nombre de Signorelli. ¿Qué vio Freud en esos frescos como para dejar de creer en su neurótica e inventar el psicoanálisis, articulado al complejo de Edipo? ¿Qué vio en Orvieto para que a su regreso iniciara el Selbstanalyse, que más adelante interrumpiría porque no hay análisis sin otro? Este es un libro de viajes, sobre todo el de una travesía: la que llevó a Freud a inventar el psicoanálisis.
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- Title page
- Copyright page
- Índice
- Agradecimientos
- Una pequeña historia
- Herr doktor
- Caminante, no hay camino
- Orvieto 97
- El guía
- Peripatéticos
- Un día en la vida
- Un torbellino llamado
Selbstanalyse
- Aníbal y el espejo
- La batalla contra el ángel
- Epílogo
- Posfacio