No es momento de guardar silencio, ¿te atreves a conocer la verdad?
La sangre gotea por sus muñecas, tibia, siniestra. Desde donde está, puede ver su maldito pelo rubio mientras una ráfaga sutil, que entra por la rendija de la ventana, lo remueve con suavidad.
Un cansancio denso se apodera de su cuerpo. Apenas ya distingue las siluetas que envuelven su cama, disfrazando lo que se esconde en aquella habitación. Tiene miedo, siente que el final está cerca; nunca se imaginó que morirse fuera así.
Ahora que nota en cada poro de su piel que el tiempo se acaba, un último pensamiento acompaña su despedida: la imagen de su rostro, Mía...