«He decidido que voy a escribir algo cada día durante un año. A diferencia de un diario común, no voy a narrar cosas ni sucesos que haya vivido hoy, ni siquiera os diré qué día, ni en qué mes estamos ahora mismo, simplemente escribiré algo, tenga o no tenga sentido, me da igual, solo quiero que me leáis».
Un joven inquieto, inconformista y cuya identidad nunca quiso destapar, decidió escribir un pequeño trozo de su sentimiento todos los días, durante un año, a modo de terapia, con un sentido aparentemente desordenado.
Sin embargo, hay que plantearse muchos hechos a la hora de desahogarse de manera libre: ¿afectará en su modo de ver las cosas? ¿Destapará secretos que solo su mente conocía y trataba de ocultarme? ¿De verdad la terapia funciona como cura, o como potenciador de la misma enfermedad?