Si El arte de la guerra está basado en el engaño, es porque cada guerra esconde un interés económico inconfesable...
La ciudad de Cádiz permanece sitiada por la escuadra inglesa semanas antes de la batalla de Trafalgar, y sin embargo, el bloqueo de Nelson es burlado una y otra vez por pequeños buques muy rápidos como La Gitana, al mando de Sebastián Saldaña, un contrabandista de Cádiz que se ve envuelto junto con su amigo Servando Zaporito, en una conspiración política que pretende atentar contra la escuadra combinada hispano francesa fondeada en el interior de la bahía.
El complot, tras el que se esconde un pacto secreto, obedece a oscuros intereses económicos entretejidos desde la colonia inglesa de Gibraltar con el fin de corromper aún más si cabe, la envanecida corte española de Carlos IV.
Es el contexto en el que Sebastián Saldaña y su amigo, deberán jugarse la vida enfrentándose a poderosos y disimulados enemigos que no siempre visten de uniforme, aunque en su empeño, encontraran como fabulosos aliados a los comandantes D. Cayetano Valdés y D. Dionisio Alcalá Galiano, y también, de forma inesperada a José San Martín, -que llegaría a ser el padre de la patria Argentina-, que aquí, se ve necesariamente obligado a combatir el contrabando por razones de su cargo en el gobierno de Cádiz, jugando al fin un papel decisivo en el desenlace de la obra.
La expedición Malaspina, la situación económica y social de las colonias españolas de ultramar, y el motín del San Juan de Nepomuceno, configuran el telón de fondo necesario para comprender el escenario geopolítico de un imperio que irremediablemente comienza a morir un día de otoño frente al cabo de Trafalgar.