Extraigo del Diario de un poeta recién divorciado para la galería un botón: ayer no más, amigos míos, la pareja perfecta… Y al final lo único que queríamos era salvarnos del otro, de esa danza negra a la que caen las horas (la comparación se impone) como los dientes a la buena vieja en el romance de 1582 de Góngora, que no sé por qué lo recuerdo en este trance, ¿será por aquel estribillo veinteañero y ríase la gente?
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