El libro se instala en la apuesta por el todo o nada, juega en las paradojas y las enumeraciones, insiste en lo aprendido, en las bellezas del dolor y en la felicidad que sólo se comprende cuando nos ponemos en peligro de naufragio. La lucidez es una opción compleja porque la escritura nace en el recuerdo de un fluido condenado a encontrarse y a perderse. La plenitud y el fracaso se imponen como un destino, como una forma de predestinación.
Ramón Martínez deja testimonio de su vocación, de su fe en la poesía. Es la forma que tiene de entender la tarea humana de vivir, enamorarse, atreverse a una declaración, y luego a una confesión o a un recuerdo. Es también su forma de entender la poesía. Se trata de sentir, pensar y contar las cosas de manera ordenada en un Manual de supervivencia.
Luis García Montero