En esta obra de teatro no hay actos, sino curvas. Cada corte escénico lo provoca un cambio en el laberinto de las personas. Laberinto o destino, la vida está hecha de saltos y de rectas que se curvan.
La soledad de Asterión es, entre otras cosas, una transformación de textos bor¬geanos (La busca de Averroes o La casa de Asterión) al teatro, a la representación, pero también es el encuentro de estos textos con la medina de Tánger y más allá de sus muros, con el mundo cultural árabe. Tinya (otra alusión al mito fundacio¬nal de la ciudad) es la joven bella que ve el rostro y la soledad del monstruo.
En estas páginas se hace una nueva encarnación del mito del Minotauro. Y a la vez, como en cada actualización verdadera de los mitos, hay cambios sutiles. El representante del coro del teatro clásico en Grecia era un hombre, el Corifeo. Aquí nos enfrentamos a una adivina, que cuando adivina el futuro lo crea, la Co¬rifea. Una mujer es la responsable de observar a la distancia lo que se desarrolla en el laberinto-medina. Lo que sí tenemos como en Grecia es el dilema trágico. Nos van anunciando desde el principio que “esto va a terminar mal”. Asterión es un alma peregrina confinada a la Kasbah de Tánger. Sin embargo, después de leer esta obra, nos podemos preguntar qué sería terminar bien.
Edición bilingüe
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- Índice
- Personajes
- Primera curva
- Segunda curva
- Tercera curva
- Cuarta curva
- Quinta curva
- Sexta curva
- Séptima curva
- Octava curva
- Novena curva