"Nunca voy a entender por qué después de tantas idas y vueltas, de más de un mes de tratar el tema, de algunas noches de hablar hasta la madrugada y de cruzar llamadas telefónicas a horarios insólitos del día, una mañana, sin hacer un gesto para demostrar qué se la pasaba por la cabeza, así nomás, sin decir nada, a Roxana se le ocurrió levantar sus cosas e irse con los chicos a la casa de la hermana." Como a los escritores minimalistas, a Sergio Gaiteri le basta con un puñado de personajes más o menos grises para contar una historia sugestiva, para hablarnos de algo que podría pasarnos a cualquiera de nosotros sin que, por incapacidad o distracción, lleguemos a percibir su valor literario. Escrita en primera persona, La moza es un texto en el que el narrador se entrega a un propósito vano: entender una situación incomprensible. Y aunque desde el comienzo es plenamente consciente de esta imposibilidad, aún así decide indagar sobre su situación y la de su familia, interesado en los múltiples sentidos que despliega la escritura, y en el poder de las palabras para enfrentar nuestra rutina.