Y el cosmos estalló a mi alrededor. Mi mundo sensorial se desmoronó. Y fue la oscuridad. Es curioso, no tuve odio ni rencor al Hacedor, o quién hubiere. Entendí que sus designios tenían una entidad que escapaba a mi mente. Mi capacidad sensorial era aún confusa, pero advertí que comenzaba a enriquecerme. Me di perfecta cuenta de que mi visión del mundo había variado. Comencé a ver las personas bajo un punto de vista crítico y a veces, hasta cruel. Ninguno era como antes lo suponía. No eran ni mejores ni peores, solo diferentes y quizá dependía solo de mi criterio. Pero mi mayor sorpresa fue descubrirme a mí mismo. Al asomarme al espejo de mi oscuridad me encontré ante un ente desconocido; yo mismo. Era casi absurdo haber convivido con él durante años sin conocerlo, y ahora nos encontrábamos frente a frente.
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- Al lector
- El eslabón
- La niña y yo
- La campana de vallehondo
- Celos
- El tonto del pueblo
- Una deuda saldada
- El paje y la castellana
- El automóvil
- Una leyenda viva
- Los cazadores
- Los padrinos
- La ventana vacía
- El encuentro
- El cirujano
- La séptima galería
- El cazador de estrellas
- Cristina
- La pradera blanca
- Índice