(...) Los recuerdos de Jorge Montealegre, jovencísimo en 1973, sobre sus ascéticos padecimientos desde el día del golpe y su forzada estada en el Estadio Nacional junto a miles de desprevenidas víctimas del golpe y la dictadura, tienen la frescura de su edad entonces y su continuada juventud hasta ahora. Menudo y con nervios templados por sus experiencias de niño y adolescente, no abjura la delicadeza de su sensibilidad en los medios más siniestros, crueles e injustos. Supera los dolores y los transforma en alimento sano y bueno. Tiene una naturalidad cristiana de la que conozco pocos casos. Podría haber sido un pastor de ovejas de los tiempos de Cristo, que escucha en silencio, con encendida discreción, las palabras cargadas de sentido y emoción de ese maestro. Esto es patente en las Frazadas del Estadio Nacional. Inicialmente el título me dejó dubitativo. como que algo no calzaba entre ambos términos, frazadas, estadio. Pero me fui dando cuenta de la protección hogareña que las primeras fueron significando respecto al mundo terrible de la segunda, el Estadio en que el deporte consistía en hacer sufrir. (...) Este libro actual, en el que combina diestramente sus recuerdos iniciales de su época crítica y sus experiencias mientras los rememora, es una obra literaria de calidad única. Nos hace encontrarnos con la persona viva de su autor, madurando en su juventud a palos y transformándolos en frutos. y con la madurez de quien ha aprendido a conocer todas las limitaciones de la realidad. Es un poeta, un artista que conserva, a la vez, la riqueza del niño que lleva adentro. Sin niño dentro, no hay poeta. Y éste lo es, envuelto en sus frazadas. Armando Uribe