Aflojadas las tensiones, ambas siguieron intercambiando impresiones sobre la violencia en el sexo, en la guerra, en la pareja y tantas violencias al alcance del ser humano que lejos de hacerlo hombre lo trasforman en bestia. Y mientras que hablaban sobre lo divino y lo humano, la Voz intervenía con sus expresiones aunque ya estaba algo cansada y dormitaba en un rincón para tomar fuerzas para seguir sus caminos a otros lugares del planeta y asir otras realidades donde sentirse a gusto.