Para todos los seres humanos, desde hace milenios, la esperanza en una vida eterna y feliz después de la muerte ha sido el gran consuelo que les ha permitido soportar el sufrimiento producido por la existencia del mal en este mundo. Causa mucha seguridad creer en la existencia de un Dios paternal y bondadoso que nos ama como a sus hijos. Y si se tiene la suerte de pertenecer, entre todas las religiones del mundo, a la única verdadera, la Iglesia Católica, en compañía de Jesucristo, el Hijo de Dios, de la Virgen María y de multitudes incontables de seres angélicos, se puede esperar la hora de la muerte con alegría y serenidad. Es lo que pensó Andrés Miguel durante toda su vida hasta que, a una avanzada edad, se convenció de que todo era un doloroso engaño de la humanidad. Su esperanza se derrumbó y ha tenido que buscar un nuevo sentido a su existencia. Y aunque ya no cree más en un Dios personal, su felicidad es mayor aún que antes, porque ha tratado de encontrar la verdad por sí mismo. En este libro está el relato de su experiencia vital. Tal vez les sirva a otros...
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- Índice
- Dedicatoria
- Opinión de mi primer lector
- Introducción
- Caminando con el viento
- Valparaíso en sepia… y en azul
- Horizontes y senderos
- Giselle
- Tierra del jazmín y del cobre
- Un encuentro, dos besos, una familia
- La gran linterna de cristal
- Punta Ángeles
- La ciudad de las luciérnagas
- Viaje hacia el fin del mundo
- O Tannenbaum…
- El faro San Isidro,
- Naipes, libros y aceite de lobo
- Una loza inglesa demasiado frágil
- Cuarenta días con sus noches
- Finis Terrae
- Los grandes espacios
- Una visita inesperada
- La huiña extraviada
- El pequeño escocés errante
- Un faro de silencio medieval
- La huella esteparia
- Un gaucho en nuestro hogar
- Mate amargo, pibes y pebetas
- Canasta Fueguina y Jaimito Botón
- La melancólica agonía del Olimpia
- Un homicida gentil
- Los cinco cerditos rosados
- Mi última escampavía
- La ciudad crepuscular
- Eddie Sheridan
- Cristina,
- Mencioné que usaba pantalones de golf
- El arquero verde
- Un torpe aprendiz de Merlín
- Selimir
- Un basural salvador
- Al crepúsculo también se le llama aurora
- Isla Santa María
- Caballos y fusiles máuser
- Un mundo de post guerra
- Desde 1940 que el «monstruo» me buscaba
- El milagro del sol
- Orquídeas a la luz de la luna
- Del viento al colegio
- Un plan siniestro
- Ad Deum qui laetificat juventutem meam
- Rosarios y escapularios
- La flor del pantano
- Allá, al final del camino…
- El peregrino del atardecer
- Villa Grimaldi
- Pequeñas divagaciones y algo más
- Un lento farewell
- Praderas de luz
- Castigo por nacimiento
- Quince años, por fin…
- Nostalgia de lo absoluto
- Santiago de 1949,
- Avenida Seminario
- Un patio juvenil con forma de claustro
- Mis nuevas praderas
- Glicinias
- Alimentación sobria y frugal por «mano de monja»
- Un poco de historia antes de continuar
- Río de cristal, dormido y encantado…
- Una capilla de adobe y sol
- Compañeros de sendero
- El gran silencio
- El telescopio de Domeyko
- La luz de la montaña
- Paisajes de jade
- Surania
- Una novicia de leyenda en nuestro salón
- El mar y el trueno
- La capilla de piedra al pie de la montaña
- El Valle de Gabriela
- Un nido de granito
- El equipo de los lirios
- Calle Monte Alegre
- La alegría de pensar
- Una ventana demasiado cerrada
- Un mundo de bronce
- Sucederá una vez cada 100 años
- Ansias de perfección
- Anhelo de Dios
- Maestros del espíritu
- El paraíso blanco
- Senderos y promesas
- Pusieron el océano frente a mi casa
- Surmenage
- En busca de esas raíces lejanas
- Amanecer en el Astro
- El dorado sol de Castilla
- El lento fluir del río Dyle
- Les Ardents de Saint-Michel
- Navidad en Salzburgo
- La Vie de Bohème
- Las catedrales góticas y la laguna de hielo
- Nefertiti, la belleza y la inquietud
- Regreso en el barco sin nombre
- Algo nuevo bajo el sol
- Ardillita y el cometa de cristal
- Addio, senza rancor
- Mi vida, simplemente…
- Un nuevo comienzo
- Montañas de soledad
- Un agente de la Cia
- La escuela y el mar
- Ella vino a mí desde la lluvia
- Una mañana infame
- Fue el director de la escuela…
- El niño y las ostras
- Si nieva en el sol, es simplemente poesía…
- Y al amanecer entraremos a la espléndida ciudad,
- Visitantes del pasado
- Alguna vez caminé bajo tu lluvia, Hornopirén…
- Mi última escuela en Valparaíso
- Me irán olvidando lentamente…
- Mi regreso de Damasco
- La Biblioteca de Alejandría
- El derrumbe
- Un libro insoportable
- La gran estatua con pies de barro
- Chajnantor
- ¡Oh mujer, qué grande es tu fe!
- Los pergaminos sagrados
- Yhwh, el Gran Hermano
- Gilgamesh y Utnapishtin
- Las trompetas de Jericó
- Akhenatón
- Un pequeño profeta
- San Agustín y otros
- Dios nació mujer
- El príncipe Siddhartha Gautama
- Rabuní Yeshua
- Apolonio de Tiana
- El apasionante mito de la venida de un mesías
- El Evangelio del Reino
- Creación de leyendas y mitos religiosos
- La Iglesia del Emperador
- La Theotokos
- Mi accidente sobre la laguna de hielo
- Matías
- Alma, no me digas nada,
- Inutsín y el Papa
- El séptimo sello
- Retail de Eternos Resplandores
- Mi principio antrópico
- La joven cátara
- Montségur
- El fraude del Santo Sudario
- Angustia
- La gran mazamorra cristiana
- El pastor analfabeto
- La gran llamarada oscura
- El apocalipsis científico
- Mi abuelo Pikaia
- La familia Monster
- Lucy in the sky
- La Eva de ébano
- Chicxulub, asteroides y musarañas
- Dos primates administran el Paraíso
- ¿La vida después de la vida?
- Aves del cielo y lirios del campo
- El enigma del mal
- El mejor de los mundos posibles
- Madre de todas las dudas
- Talpiot
- La ciencia, un camino hacia el espíritu
- Silentium magnum
- Alguna vez en Oxford
- El síndrome del avestruz
- La mirada final
- Ángeles y mariposas
- Fue una bella aventura humana
- El poema de los poemas
- Una cultura moral sin revelación
- La Iglesia y los siglos que vienen
- Ya no creo más en…
- Los Dioses de Newton y de Einstein
- Qué profunda emoción…
- Mi tercer Seminario
- Desolación
- La condenación de Fausto
- Der Tod in Venedig
- Nessun dorma!
- Conversando con Sagan
- Intermezzo
- «There’s probably no God.
- Después de todo…
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