En el réquiem de los ciruelos es un libro no solo de nostalgias. Nos evoca al español Jorge Manrique, en sus coplas al padre, o los dramáticos textos de la cubana decimonónica Luisa Pérez de Zambrana.
Pero la poesía, como siempre, supera su propio tiempo, su hechura. Aquí la elegía no es una reserva de voces y gestos perdidos en la memoria que el poeta no se resiste a perder. Al pasado se suma el presente del escritor. Inevitable. No puede deslindar su vida sobre la tierra con lo que la tierra le devuelve como memoria. […]
El poemario resiste el peso de lo que pudiera ser repetitivo, como son de comunes los lugares de toda nuestra existencia. Paso por paso, vida por vida.
Solo la poesía es capaz, como lo pautan los presentes textos, de capturar lo fugaz, lo singular perecedero, lo común al tiempo y las generaciones, y devolvérnoslo como un perenne himno contra el olvido, propio de esta singularidad que nos envuelve.
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- Índice
- Prólogo
- I. Carpintero de trigo y de madera
- Donde quedan las vértebras
- El sol adormecía en amargura
- Hundía el pie para no retornar la pisada
- Padre yace de pie a cana
- Mi padre optó por la prisa
- De la firma en el cedro
- Carpintero de las betas de pino
- Perdió sus conejos de pelo y brillo
- Esculpía el pan a punto de balance
- Cuidaba el brote del tallo
- Escribió en tardes y rutinas la tierra
- Para evadir el daño de la náusea
- Se rasura en mi orilla de niño
- Como simulación de los sagrado
- La mesa fue la metáfora
- Noches de molino
- Padre va al cementerio
- 1. A la primera visión del adobe
- 2. Recogió el tubérculo milenario
- 3. A la reja de no volver a su hortaliza
- 4. Dio la vuelta para la otra cima
- 5. En velaciones de ruido de asfalto
- 6. Vuelve al molino de aguas atruchadas
- 7. Hasta las cuatro velas de vigilia
- 8. Tendido en la prisión de lo sagrado
- 9. Cargaba su oración tirado en el mueble
- II. Hiladora mítica de panes y corderos
- Madre va al cementerio
- 1. Iba más espíritu que tierra
- 2. La campana tiembla
- Madre cayó a rapto de afonía
- Desabrigado en la melancolía
- 84 años maternales
- Mientras se corroía la voz
- Todo se queja como un bosque
- El maíz herrumbra de queja
- La casa esta en el réquiem de los ciruelos
- Hasta enhebrar sus metáforas
- La muerte tocaba el mar
- Una malla de huesos
- Mi madre arde en el tumulto
- Entre las manos del duelo
- La voz perdió la voz
- Me inventa desde el otro muro
- Los órganos dolían en sus dedos
- Una circunspección fue su mirada
- Su tiempo dio a pique su mirar
- El agua es más irritannte que la arena
- El rostro de mi madre
- Ya no está su voz en el umbral del patio
- En estos tres meses de la ida
- El aliento espiga la garganta
- De hombro desgonzado
- Ni el vapor ahogado en la cebolla
- Porque el sofá no sirve de ancla
- La intimidad de la tierra me ha llamado
- La palabra modula el caos de las prisiones
- El horizonte de bruma que atraganta
- III. El molino de las evanescencias
- Padre y madre van al cementerio
- IV. Conmemoraciones lejanas del ciruelo
- Padre y madre parecen invierno de paso
- El aliento del eucalipto
- El doble recuerdo de padre y madre
- El calcio de la quebradura
- Hasta la puerta de los nacimientos
- Una oración de los ciruelos