En El desbarajuste Ferran Planes recoge sus vivencias del exilio, la guerra civil y la segunda república. «Me proponía encabezar este libro con otro título: La coña. Reconozco que no lograba encontrar otro que encajara», estas palabras con las que Planes empieza el libro son toda una declaración de intenciones: lejos de mixtificaciones y versiones idílicas de lo sucedido, el autor hace un relato sincero de su experiencia, sin preocuparse por quedar en buen lugar.
El testimonio de Planes es tragicómico e iconoclasta, más cercano a la literatura picaresca o a la novela de aventuras que a unas memorias al uso. Ni se cree en posesión de la verdad ni habla con voz engolada: su visión está a ras de tierra, es la de las personas que como él soportaron con entereza las difíciles circunstancias históricas de la época.
Publicado por primera vez en 1969 y muy bien recibido por la crítica, el libro fue boicoteado por contradecir la versión mítica que distintos próceres catalanes habían ofrecido de su actuación durante la guerra y el exilio. En 2010 se reeditó en catalán rescatando los pasajes que habían sido eliminados por la censura y ahora se publica por primera vez en castellano
«Una aventura comprometida, valiente y que Planes muestra con candidez, con honestidad, incluso con humor, sin demasiados juicios aunque no exenta de denuncia, y con una generosa visión de lo ocurrido y una humanidad que lleva al lector a encarar algunos de los acontecimientos más terribles del siglo XX con el gesto templado y la mirada optimista.» Héctor J. Porto (La Voz de Galicia)
«Una voz narrativa impresionante, una de las mejores crónicas de la República, la guerra y el exilio, que en algunos pasajes tiene la fuerza de una gran novela sobre las ilusiones perdidas.» Julià Guillamon (Culturas, La Vanguardia)
«Una de las crónicas vividas más afinadas, apasionantes y valiosas del exilio catalán y la guerra civil, y también una muestra de lo que podía pensar un ciudadano antifascista de los hechos que presenció, ya desde la proclamación de la República.» Lluís Bonada (El Temps)