La transformación global que implica en el mundo contemporáneo la conversión en mercancía de todo objeto en el proceso de comunicación fue descrita por Baudrillard como una pérdida vivida y percibida como un paso dramático de la presencia a la ausencia. El discurso que sirve de base a este libro se sitúa en un lugar diferente y no considera que una característica de la postmodernidad sea la apoteosis de la victimización. Muy al contrario, intenta aprovechar las fisuras introducidas en el ámbito del pensamiento por la crisis del paradigma de la Modernidad, no para analizar sus causas sino para construir sobre sus ruinas. Con ello, no busca tanto explicar el supuesto desastre cuanto huir de la visión apocalíptica baudrillardiana y tratar de elaborar una nueva mirada sobre un mundo donde ya no sea necesario lamentar paraísos perdidos porque resulte evidente que nunca hubo paraísos que perder, al menos para esa gran parte del género humano —las mujeres— definido como la otredad del hombre.