Al hombre lo vieron descender del bus y venirse hasta el negocio del turco Amán, pobre turco, casi siempre le sucedían cosas malas después de haber llovido. Y la lluvia de esa tarde fue ligera, pero para él lluvia que cargaba de nuevo mala suerte o al menos molestias como cuentas mal hechas, mercancías vencidas, citaciones en cualquier juzgado del puerto a consecuencia de algún paisano metido en líos, cartas de Siria pidiendo dólares y contando tragedias, etcétera.
Aunque en ese caso la lluvia se equivocó y el hombre que llegó hasta el turco sólo quería informarse acerca de la casa de Mireya Fuentes, mujer del oficio y bailarina sin ningún velo en el cabaret de las francesas.