El abuso y la "patria asignada" extraño símil de este hermoso y terrible poema que se abre como la herida larga que atraviesa los cuerpos (cuerpitos) abusados y obligados al silencio por la amenaza - de quien ultraja - o por la propia vergüenza. "Pedí a un Dios un lugar en el mundo donde quedarme/un lugar donde poder hacer de la vida la vida/ y recibí una larga y angosta faja de tierra en el ano". Valentía de la voz que al fin nombra la herida y da el grito de dolor minimizado tanto tiempo por estadísticas y medios. Expuesto en palabras ese atentado salvaje, no hay pena comparable al daño: "...pude haber sido un árbol/pude haber sido/pero fui lo que fui/un doloroso derrumbe pálido de espanto".
Soledad Fariña