JOSEP M. RODRÍGUEZ es un poeta absolutamente moderno, pero también muy atento desde sus inicios a la tradición (y al decir tradición me refiero a todo lo que ha llovido desde los chinos y los japoneses, los griegos y los romanos y algunos otros hasta hoy, pues la poesía es sólo una y no admite disecciones ni apartijos). La sintonía que muestra con la poesía de su momento y con la de todos los tiempos nos lleva a acercarnos a este poeta aún joven sin temor, con la certeza de que estamos ante alguien nuevo con garantía de autenticidad. A ella nos fue acostumbrando en sus espléndidos libros primeros, y asimismo la percibimos en éste, que además de ser un libro hermosísimo es obra ya de madurez. Un hondo lirismo, escueto, elíptico, sin adiposidades, le recorre de principio a fin. Hay en los poemas emoción soterrada y pudorosa. En la mayor parte de ellos la soledad más absoluta es el abismo en el que se va construyendo la identidad de quien habla; en otras composiciones el amor, desde un nosotros, sueña el mundo; y en los poemas de la sección final la muerte rubrica cada verso con el trazo de su enigma. Un libro que viene para quedarse.
ELOY SÁNCHEZ ROSILLO
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- Índice
- Crudo
- Dentro
- Postal de otoño
- Creer
- Fondo
- Monet
- Ukiyo-e
- Formas
- Día de playa
- Tejados
- Enseñanza
- Sensación
- Incertidumbre
- Tercer párpado
- Mitologías
- Excusa
- Fractura
- Canción de amor oscuro
- Fábula de la casa abandonada
- Interior
- Yo, o mi idea de yo
- Madera
- Canción del nuevo día
- Astilla
- B+
- Alambre
- Sala de espera
- Prospección
- Primera visita al zoo
- Espesura
- Tejados.Versión segunda
- Azotea
- Aún
- Ola de frío
- Aurora boreal, 1938
- La canción del suicida
- Morgue