En la primera mitad del siglo xix, Eugène Sue inmortaliza la leyenda del judío errante con la creación de esta larga novela escrita entre 1844 y 1845, convirtiéndola en un relato folletinesco, que supuso un gran éxito para Le Constitutionel, el periódico que la publicó por entregas.
El judío errante narra los episodios de una familia francesa de rancio abolengo y religión protestante –descendientes de aquel judío errante, condenado por Cristo a vagar indefinidamente transmitiendo a la vez la enfermedad del cólera– que se exilia por diversos lugares del mundo. Ciento cincuenta años después solo quedan siete descendientes, únicos herederos de un cuantioso legado: para poder recibirlo, cada uno de ellos debe poseer una medalla de bronce con un par de inscripciones que indican la fecha y el lugar en el que estas siete personas deben reunirse. La Compañía de Jesús, que desea apoderarse de esta herencia, utilizará distintos medios, sutiles y violentos, para intentar eliminar a todos los herederos legítimos (excepto al misionero) e impedir que estén en París en la fecha indicada.