Trece años después de la sangrienta Noche de San Bartolomé, cuarenta y cinco hombres son llamados por el duque de Epernon para formar la guardia del rey, destinados a cumplir una misión que ninguno conoce a ciencia cierta. El monarca, Enrique III, que no ha podido calmar los enfrentamientos políticos y religiosos que perturban el reino de Francia, ha perdido a sus mignons más queridos y languidece de tristeza y de aburrimiento en su corte; mas no hay lugar para la calma. Los cuarenta y cinco pronto se verán involucrados en las intrigas de la corte y jugarán un importante papel en los sucesos que convulsionan el París de la época. Basada en hechos y personajes reales, Dumas narra en Los Cuarenta y cinco estos acontecimientos históricos cerrando así la trilogía de los Valois inspirada en las guerras de religión, a la que preceden La reina Margot y La dama de Monsoreau.
- Cubierta
- Portadilla
- Contra
- Legal
- Prólogo
- Bibliografía
- Portadilla
- Capítulo I. La puerta de Saint-Antoine
- Capítulo II. Lo que ocurría en el exterior de la puerta de Saint-Antoine
- Capítulo III. Pasar revista
- Capítulo IV. El balcón en Grève de S. M. el rey Enrique III
- Capítulo V. El suplicio
- Capítulo VI. Los dos Joyeuse
- Capítulo VII. En qué estuvo más acertada La Espada del Orgulloso Caballero que El Rosal de Amor
- Capítulo VIII. Siluetas de gascón
- Capítulo IX. El señor de Loignac
- Capítulo X. El hombre de las corazas
- Capítulo XI. Otra vez la Liga
- Capítulo XII. La cámara de Su Majestad Enrique III en el Louvre
- Capítulo XIII. El dormitorio
- Capítulo XIV. La sombra de Chicot
- Capítulo XV. De la dificultad que tiene un rey para encontrar buenos embajadores
- Capítulo XVI. Cómo y por qué causa Chicot estaba muerto
- Capítulo XVII. La serenata
- Capítulo XVIII. La bolsa de Chicot
- Capítulo XIX. El priorato de los jacobinos
- Capítulo XX. Los dos amigos
- Capítulo XXI. Los comensales
- Capítulo XXII. El hermano Borromeo
- Capítulo XXIII. La lección
- Capítulo XXIV. La penitente
- Capítulo XXV. La emboscada
- Capítulo XXVI. Los Guisa
- Capítulo XXVII. En el Louvre
- Capítulo XXVIII. La revelación
- Capítulo XXIX. Dos amigos
- Capítulo XXX. Sainte-Maline
- Capítulo XXXI. Cómo el señor de Loignac hizo una alocución a los Cuarenta y cinco
- Capítulo XXXII. Los señores burgueses de París
- Capítulo XXXIII. El hermano Borromeo
- Capítulo XXXIV. Chicot, latinista
- Capítulo XXXV. Los cuatro vientos
- Capítulo XXXVI. Cómo Chicot continuó el viaje y lo que le sucedió
- Capítulo XXXVII. Tercer día de viaje
- Capítulo XXXVIII. Ernauton de Carmainges
- Capítulo XXXIX. El patio de los caballos
- Capítulo XL. Los siete pecados de María Magdalena
- Capítulo XLI. Bel-Esbat
- Capítulo XLII. La carta del señor de Mayenne
- Capítulo XLIII. Cómo Don Modesto Gorenflot bendice al rey a su paso por delante del priorato de los jacobinos
- Capítulo XLIV. Cómo Chicot bendice al rey Luis XI por haber inventado la posta, y cómo decide aprovecharse de esa invención
- Capítulo XLV. Cómo el rey de Navarra adivinó que Turennius quería decir Turenne, y Margota, Margot
- Capítulo XLVI. El sendero de los tres mil pasos
- Capítulo XLVII. El gabinete de Margarita
- Capítulo XLVIII. Glosando la traducción
- Capítulo XLIX. El embajador de España
- Capítulo L. Los pobres del rey de Navarra
- Capítulo LI. La verdadera amante del rey de Navarra
- Capítulo LII. Del asombro de Chicot al verse tan popular en la ciudad de Nérac
- Capítulo LIII. El montero mayor del rey de Navarra
- Capítulo LIV. Cómo se cazaba al lobo en Navarra
- Capítulo LV. Cómo se comportó el rey Enrique de Navarra la primera vez que vio abrir fuego
- Capítulo LVI. Lo que ocurría en el Louvre, poco más o menos al mismo tiempo que Chicot entraba en la ciudad de Nérac
- Capítulo LVII. Penacho rojo, penacho blanco
- Capítulo LVIII. La puerta se abre
- Capítulo LIX. Cómo amaba una gran dama en el año de gracia de 1586
- Capítulo LX. Cómo Sainte-Maline entró en la torrecilla y de lo que de ello resultó
- Capítulo LXI. Lo que ocurría en la casa misteriosa
- Capítulo LXII. El laboratorio
- Capítulo LXIII. Lo que hacía en Flandes monseñor Francisco de Francia, duque de Anjou y de Brabante, conde de Flandes
- Capítulo LXIV. Preparativos de batalla
- Capítulo LXV. Monseñor
- Capítulo LXVI. Franceses y flamencos
- Capítulo LXVII. Los viajeros
- Capítulo LXVIII. Explicación
- Capítulo LXIX. El agua
- Capítulo LXX. La huida
- Capítulo LXXI. Transfiguración
- Capítulo LXXII. Los dos hermanos
- Capítulo LXXIII. La expedición
- Capítulo LXXIV. Aemilius Paulus
- Capítulo LXXV. Uno de los recuerdos del duque de Anjou
- Capítulo LXXVI. Seducción
- Capítulo LXXVII. El viaje
- Capítulo LXXVIII. Cómo el rey Enrique III no invitó a Crillon a almorzar, y cómo Chicot se invitó solo
- Capítulo LXXIX. Cómo después de recibir las noticias del sur, Enrique recibió las del norte
- Capítulo LXXX. Los dos compadres
- Capítulo LXXXI. El Cuerno de la Abundancia
- Capítulo LXXXII. Lo que sucedió en el habitáculo de maese Bonhomet
- Capítulo LXXXIII. El marido y el amante
- Capítulo LXXXIV. Cómo Chicot comenzó a ver claro en la carta de monseñor de Guisa
- Capítulo LXXXV. El cardenal de Joyeuse
- Capítulo LXXXVI. Noticias de Aurilly
- Capítulo LXXXVII. Duda
- Capítulo LXXXVIII. Certeza
- Capítulo LXXXIX. Fatalidad
- Capítulo XC. Las hermanas Hospitalarias
- Capítulo XCI. Su Alteza monseñor el duque de Guisa
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