Recuerdo, como si fuese ayer, la primera vez que vi a Martí. Era yo jovencita de dieciocho años, y le fui presentada en una reunión. No tenía ausencias de él; era para mí un señor cualquiera, un encuentro fortuito de sociedad. Mas a los pocos minutos de conversación, con habilidad que no he visto igualada, sin interrogatorio, había averiguado cuáles eran mis gustos, mis inclinaciones, mis esperanzas. Tocó la nota del arte, me habló precisamente de las obras que me apasionaban. Discutió conmigo cuadros, música y libros, de la manera más natural, con absoluta sencillez, sin hacerme sentir la diferencia que había entre una niña y un sabio.
Blanche Zacharie de Baralt recorre en El Martí que yo conocí los casi quince años de vida agitada, de trabajo arduo y peligroso de José Martí en Nueva York y otras ciudades norteamericanas en el afán de unir voluntades a favor de la causa independentista, integrando a los cubanos emigrados con los de la Isla. La autora describe también la vida de los isleños en Nueva York, las familias que frecuentaba Martí, los sucesos que dejaron huella en su obra, así como sus amigos, gustos, carácter y personalidad. El resultado es un libro que humaniza la figura del héroe cubano.