Carmen Ripoll podía contar su vida con los números de aquella apuesta de lotería: 11, la edad que tenía al entrar en el conservatorio de danza; 23, al conocer a Víctor; a los 24, se casaron; con 26, tuvo el accidente que acabó con su carrera de bailarina profesional; a los 29, recuperó el control de sus piernas y aprendió a caminar de nuevo...
Con lo que Carmen no contaba era con ser la única ganadora de una apuesta multimillonaria, pero la suerte es caprichosa, el destino ineludible y el amor es un juego de azar que puede cambiar cualquier vida de la noche a la mañana.
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