A partir del rodaje de Moby Dick en los mares canarios y de la paradoja de que, no reconociéndose el paisaje de las islas en el film, ha terminado convirtiéndose con el tiempo en una película emblemática del cine rodado en Canarias, se juega aquí con la metáfora de la ballena isla, la non trubada isla de San Borondón que los navegantes persiguieran en el pasado, como el paisaje idealizado que los cineastas han recreado sobre su superficie blanca, cimentado en los míticos Jardín de las Hespérides, Campos Elíseos, o Ínsulas Afortunadas que tanto han influido en la literatura, la pintura, la fotografía y el cine y han guiado las campañas de promoción turística del archipiélago canario.