Uno de los grandes aciertos de las políticas públicas y demás documentos vigentes que abordan el tema de la atención y educación de la primera infancia es el reconocimiento de la acción lúdica y las manifestaciones artísticas como estrategias formativas que favorecen el desarrollo de competencias para la vida de los niños. Sin embargo, entre los agentes corresponsales de la educación inicial aún se identifican prácticas tradicionales y monótonas que desaprovechan las capacidades y posibilidades que el ser humano despliega en sus primeros años.
Este texto pretende promover el rol provocador del maestro y la imagen de los niños y las niñas como constructores de sus propios aprendizajes y como sujetos activos de derechos.