El susurro del viento barre las lagunas y los senderos de Egdon Heaths, bosque y páramo donde crece la aulaga y las noches de invierno son frías y desangeladas. Y es a ese lugar inhóspito donde Clym Yeobrigth regresa –tras haber vivido en París, ciudad rutilante y cosmopolita– y el lugar del que quiere huir la bella y joven Eustacia, quien aspira a vivir en el oropel y la brillantez de la capital francesa.
Su paisaje es lúgubre, sus caminos tortuosos, sus lugareños toscos, sus pozas peligrosas, pero hay algo magnético en Egdon, algo capaz de atrapar a sus moradores –salvo a Eustacia–, de retenerlos en un mundo en el que el tiempo parece haberse detenido. Y es ahí, en ese lugar según algunos siniestro, según otros el hogar al que siempre se regresa, donde se desarrolla el drama, donde los amores se cruzan y descruzan, donde acecha la muerte, tal vez el suicidio.
"El regreso del nativo" es, sin lugar a dudas, una de las mejores novelas de Thomas Hardy. Fue llevada al cine en 1994, bajo la dirección de Jack Gold y con Catherine Zeta-Jones en el papel de Eustacia. Su publicación en 1878 situó a Hardy en la cima de la gloria, de la que sería descabalgado después a raíz de la mala recepción de las novelas (también excelentes, sin embargo) Tess d’Ubervilles y Jude el oscuro.