El fondo nunca confesado del persistente engaño político que arrastra la humanidad desde el origen del Estado consiste en el hecho de que las clases parasitarias, la nobleza de espada y la clerecía, lograron a partir de cierto momento de la historia evitar la maldición del trabajo por el sencillo procedimiento de cargarlo sobre la espalda de los productores. Desde el cuarto milenio a. C., cuando la aristocracia guerrera mesopotámica organizó la explotacion económica sobre los más débiles con el auxilio del estrato sacerdotal, las clases directivas obtuvieron una vida de ocio al apropiarse del fruto del trabajo de las clases sometidas. Los beligerantes lograron el poder enarbolando sus armas; los clérigos, pergeñando sus ficciones sanadoras.
Las dos formas básicas e inmemoriales de este abuso son la apropiación armada de las rentas del trabajo llevada a cabo por la minoría guerrera que dará lugar a la nobleza, y la participación cómplice en esa apropiación llevada a cabo por la minoría sacerdotal que dará lugar al clericato. La primera oprime sobre todo con la fuerza; la segunda, que es a partir de ahora la que nos ocupa, sobre todo con la astucia.
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- Índice
- I. El médium. Astucia y estatus
- II. Las cinco figuras del fraude sacro
- III. Limosna, ofrenda, sacrificio y diezmo
- IV. Milagro, santo, ídolo y reliquia
- V. La industria del miedo al más allá
- VI. Confesión, penitencia, absolución y dispensa
- VII. La disputa por el monopolio de la mediación