Nacido en la neblinosa y amurallada Lucca, en la Toscana en 1864, pocos meses después de la muerte de su padre, Michele Puccini se convirtió en el pequeño depositario de la tristeza de una madre viuda con numerosos hijos. Michele era “el huérfano”, el niño que había llegado al mundo luego de un acontecimiento tan doloroso. Hermano menor de Giacomo Puccini, el joven estudió música y composición en el Conservatorio Real de Milán y como muchos italianos se embarcó rumbo a la Argentina para probar fortuna. Lucca, Buenos Aires y San Salvador de Jujuy, una provincia del noroeste argentino, en el límite con Bolivia y Chile, son los espacios donde transita la existencia de Michele Puccini: Europa y América reunidas a través de la escritura de Liliana Bellone que crea una novela sobre una vida novelesca, una ficción tramada desde la biografía escasa y a la vez seductora de un personaje real que parece surgido del libreto de una ópera, una historia de amor, pasión, dolor y fatalidad. Tal vez la vida de Michele y su prematura muerte, sea la ópera no escrita de Giacomo. Como un Edipo moderno, Michele Puccini, dejará su casa y su familia y realizará la proeza de Jasón, pues irá en pos del vellocino de oro y de un reino que intentará conquistar no con su espada sino con su música, pero, Odiseo sin regreso, jamás volverá a ver las murallas de Lucca, ni su niebla, ni su catedral, ni el Teatro Giglio de la juventud. Quedará olvidado como un romántico, en un túmulo sin nombre en un continente que luego visitará triunfante el otro, el hermano mayor, el depositario de la gloria: el gran Giacomo Puccini.