Padre y maestro mágico, liróforo celeste Que al instrumento olímpico y a la siringa agreste Diste tu acento encantador; ¡Panida! ¡Pan tú mismo, que coros condujiste Hacia el propíleo sacro que amaba tu alma triste, Al son del sistro y del tambor!
RUBÉN DARÍO
De la obra de Verlaine, ¿qué decir? El ha sido el más grande de los poetas de este siglo. Su obra está esparcida sobre la faz del mundo. Suele ser ya vergonzoso para los escritores apteros oficiales no citar, de cuando en cuando, siquiera sea para censurar sordamente, a Paul Verlaine.
RUBÉN DARÍO