La elección de los representantes políticos es una de las características de las democracias y requiere resolver un problema aparentemente sencillo: cómo reflejar la opinión de la población en un número determinado de asientos. Por ejemplo, en España, votan más de 35 millones de personas y su elección se tiene que reflejar en la composición de los 350 escaños del Congreso. Diferentes modelos matemáticos han dado respuesta a esta cuestión definiendo diversos sistemas electorales. Aunque ninguno es perfecto, nos muestran la importancia de la matemática, que además se ha vuelto el lenguaje del análisis político al utilizarse la estadística casi a diario. ¿Por qué Hillary Clinton perdió contra Donald Trump teniendo más votos? ¿Cuántas encuestas se hacen cada mes que carecen de validez? ¿Podemos fiarnos de los sondeos a pie de urna? Es tal su relevancia que ya en la ESO y en bachillerato se explican sus fundamentos. Así, conceptos como probabilidad, distribución muestral, proporcionalidad o desviación típica muestran su gran valor para la ciudadanía. Y es que solo dominándolos se podrán interpretar de forma crítica los resultados de unas elecciones generales o de los sondeos de opinión.