Julián es solitario, opaco, está acomodado a su rutina. A tal punto que siempre toma el café en el mismo bar. Sus ocupaciones y preocupaciones son pequeñas, cotidianas. Pero esa noche aparece una mujer que nunca ha visto entre los parroquianos, ajena a su universo cotidiano. Es guapa. Es extraña. Y lo aborda. Antes de que Julián sepa si ha hecho una conquista, ella le confiesa que ha matado a un hombre. ¿Será él tan amable de ayudarla a deshacerse del cadáver?