Él la admiraba con devoción, como a una diosa. Él tenía la capacidad de amar, de amar románticamente, apasionadamente. Ella es de una belleza de muñeca de la época. Es así como el amor otorga al adulto mayor un sentido trascendente de la vida. El amor no envejece, resiste al paso del tiempo pase lo que pase. En esta segunda parte el autor nos muestra cómo la vida va más allá de sí misma. En la personificación de una nieta la semilla del amor germina y da sus frutos. Una lectura esperanzadora que nos muestra que el amor no muere.
Amor, Memorias y Frases (parte 2), la saga de (parte 1), es en suma, como el anterior, un canto a la vida.
La búsqueda de Gabriela (la nieta) de sus raíces la hace que no solo encuentre lo material que la hacía parte de esa familia, sino lo espiritual, que vislumbró cual era la fuerza verdadera. El asomarse a la dolencia de la abuela, y por ella a la búsqueda del abuelo muerto, la hace encontrar la vertiente del amor que fluye desde siempre, solo esperando que nos acerquemos a beber de ella.
Lo espiritual da lugar a lo mágico, a lo misterioso. La vida en sí misma es indescifrable, ¡Ojalá siempre lo sea! Cuando las cosas y los seres son despojados de su misterio, de alguna manera desfallecen. Aquí, en el relato, todo es arropado de misterio, de amor, de magia.
Cada persona podrá introducirse en la historia y agregarle sus matices de acuerdo a su creencia.
Al final del relato, el Alma queda temblando…
Luis Eduardo Foá Torres
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