Cuando Elaine hizo aquella proposición matrimonial a Marco de Luca, pensó que podía mantenerse fría y distante. ¡Qué equivocada estaba! Aquel magnate implacable sabía adivinar lo que había bajo su recatada apariencia, y sacarla de quicio.
Marco le había dejado claro que era un hombre chapado a la antigua. Si accedía a casarse, quería una deslumbrante belleza a su lado, obediente y dispuesta… día y noche.