El canto de Ricardo Lobato, el delgadísimo hilo de agua del canto de Ricardo Lobato, se anunció desde la portada de su primer libro como una decantación. Si Decantaciones fabulaba un lento crecimiento, una expansión del sujeto poético que lo llevaba a abrazarse al otro, átomo con átomo, Interior hombre relata un proceso de superación del ser atomizado, un descubrimiento y reconocimiento de raíces que atan y que se extienden hacia el futuro. Los últimos poemas del libro irradian felicidad y una seguridad conquistada: “ya / soy mi / propia / certidumbre”. En este sentido, Interior hombre traza —del modo críptico y elíptico que es el modo de Ricardo Lobato— una fábula de superación, una confrontación del dolor y la desmemoria, y luego el arraigo, la fundación en la palabra y en el amor de un nuevo centro para el yo, un núcleo firme que dé sentido a su existencia. (Del epílogo de Niall Binns)
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