Julián está enamorado de Ana. Escribe “Ana” en el pizarrón, en su mano sudada, en la corteza de un árbol, en su cuaderno de español. Ana, Ana, Ana en todos los tamaños. Ana en todas partes. Ella es la protagonista de sus cuentos, la defensora de los sapos y de las causas justas. Como el amor lo voltea todo, él quiere ir a la escuela, pero sólo para verla, y desea que terminen las vacaciones para verla otra vez. El problema es que Julián no puede confesarle su amor porque, en el recreo, cuando ella está cerca, las pirañas-cuervo devoran sus intestinos. Además, Ana es un año mayor, ¿y si se ríe de él o si le dice que no? Un día un suceso inesperado los pone en el mismo camino.