En Hotel para erizos la página del libro es un lugar de hospedaje para el poema, en el que confluyen personajes y tiempos en una instancia de reflexión provisional, como provisoria es la habitación de un hotel, bajo la intuición de que tal vez sea ese estado de precariedad sonámbula, de extrañeza reconocida, desde el que se pueda dejar abierta la puerta de la reflexión y de la lucidez. Hotel para erizos es un libro elegíaco ante el desconcierto de la existencia y celebratorio ante la capacidad del lenguaje no para resolver esa enigmática perplejidad, sino para subvertir la historia de las palabras: el lenguaje como habitante aturdido en el hotel de nuestra existencia. Historia e infancia, memoria y tiempo se anudan en un círculo abierto de escritura, en un laberinto de palabras que se comunican entre ellas en el espacio de la precariedad, entre la delicadeza y la sospecha.