Cuando un niño vive en una institución o en un hogar, la posibilidad de encontrar registros propios (fotos y relatos) y tener una escritura sobre su historia se ve francamente amenazada. Por cierto que esos niños tienen historia y vínculos significativos, esas experiencias hacen parte de los adultos que lo tienen a su cargo. Si no tienen un lugar de registro y testimonio, si los adultos se separan de los niños, ellos se la llevan consigo, imposibilitando su memoria y su transmisión. El olvido imposibilita la pregunta por el origen, lo que anula o aniquila la propia infancia. Hacer memoria no es un solo un asunto político es también un compromiso ético con otro. Este libro nos habla de Libros de Vida y de cómo en su construcción se realiza una experiencia que le devuelve el sentido de identidad y pertenencia a niñas y niños que han debido ser separado de quienes lo tenían a su cargo.