A tres décadas de la muerte de Jorge Luis Borges, su obra parece no sólo dominar gran parte de la cartografía estética del siglo XX sino que también supone la apertura de caminos, redondas, puentes, ramales y vías secundarias del territorio, del inmenso horizonte donde la creación literaria se manifiesta y crece. El fervoroso joven, el maduro ensayista y el poeta de senectud, aunados en un Borges eternamente lector e ingenioso hidalgo de ficciones, se complace todavía en custodiar las llaves la babélica Biblioteca del siglo XXI. No es extraño, pues, que sigan siendo inagotables los homenajes que académicos y lectores brindan al autor de El aleph como expresión sincera de su presencia permanente y central en las letras universales.
En los trabajos que reúne este volumen, el curioso lector hallará nuevas propuestas de acercamientos críticos a Borges o, como a él gustaba irónicamente decir, de “inquisiciones” o preguntas más o menos incisivas, que debieran desembocar en la costa de las “discusiones”. Pues se trata, al fin y al cabo, de la obra concebida por un artífice transpersonal, por un inmortal escribano, por un Hacedor de hacedores, cuyos avatares conforman toda una Literatura.