A lo largo de la Baja Edad Media, cada Príncipe estableció su estilo de servicio o Casa y aunque se buscó, en ocasiones, cierta originalidad que diera forma e independencia a cada entidad soberana, todos siguieron pautas comunes. En general, las Casas de los soberanos europeos tuvieron las mismas secciones --capilla, cámara, oficios, caballeriza, caza y guardas--, conforme a las distintas actividades del ejercicio del poder. Los soberanos se sirvieron de estas divisiones para situar a los miembros de las élites sociales de sus territorios y para mantener integradas sus posesiones. Hasta hace pocas fechas, el estudio de las Casas de los monarcas europeos modernos había permanecido en un olvido sólo quebrado, en algunos casos, por trabajos de evidente carácter institucionalista. El auge actual de los estudios sobre la Corte está ayudando a situar a las Casas Reales y a sus miembros en el papel nuclear que tuvieron durante la configuración de las monarquías en los siglos XV-XVIII. Las guardas reales resultaron fundamentales en este proceso pues, a través de la observación y estudio de las mismas como sección de la Casa, resulta posible comprobar cómo se fue modificando la propia estructura de la Monarquía. Este libro estudia en profundidad ese proceso, así como la extracción social de los guardas a lo largo de esos dos siglos --para lo que se apoya en las biografías de los más de 5.000 miembros que compusieron las unidades durante los reinados de los Austrias hispanos--, la especial jurisdicción de las mismas y su papel en la Etiqueta. Incluye un conciso, pero documentado panorama sobre las principales guardas existentes desde la Antigüedad, así como de las unidades de guarda de otras potencias de la Edad Moderna.