A partir de la riqueza de teorías filosóficas, tendencias culturales y sociales y movimientos de fin de siglo, Valle Inclán sacraliza en esta obra la belleza como centro del universo. Junto con la belleza, el autor ensalza la música de las palabras, el verbo de los poetas, “que no requiere descifrarse por gramática para mover las almas”. Música, belleza y amor son tres de los cuatro pilares sobre los que se alza el pensamiento estético de Valle-Inclán. El cuarto es la ética, un concepto en el que, según el escritor, se guardan las normas de la estética. Valle-Inclán dio mucha importancia a este libro y quiso que con él empezara la edición de sus obras completas.