En más de una ocasión hemos escuchado eso de te querré siempre, te quiero hasta el infinito o eres el hombre de mi vida. Cosas de amor y todo eso, claro. Y, al principio, siempre es siempre, el infinito es el infinito y lo de la vida, pues eso mismo. Al principio. El amor es lo que tiene. Nubes de algodón de azúcar, unicornios de color rosa, princesas y princesos, presiosas y presiosos
todo eso. Luego resulta que aquel siempre dura tres o cuatro meses a lo sumo, el infinito está ahí a la vuelta de la esquina y aquella tiene más vidas que un gato. Y resulta también que el algodón de azúcar se acaba y queda solo el palo, los unicornios de color rosa se convierten en jumentos que hacen boñigas del tamaño de balones de reglamento y las princesas y los princesos cagan y mean lo mismo que el vecino ese tan feo, les huelen los pies y hasta el bonito lunar junto al labio se convierte en verruga. Y aparecen el amigo babas y el cantarico nuevo. Y se escuchan frases como necesito espacio o, en el colmo de la perversión, pero podemos seguir siendo amigos. Sí, sí. Cosas del amor y todo eso. El amor sí. ¿Amor? ¡Los cojones, amor!
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