Había querido escuchar esas palabras por mucho tiempo, pero él nunca las había pronunciado. Tampoco había demostrado ningún interés en hacerlo. Siempre parecía preferir acurrucarse a su lado, ver series mediocres de televisión y dar paseos largos y románticos. Un día ella simplemente se harta. Quiere placer sexual. Necesita dejarse llevar por su lujuria y su pasión, y disfrutarlo. Más que todo, quiere sentirse deseada. Una tarde, decide ingresar a un sitio porno por falta de inspiración. En la pantalla aparece una mujer. Es una sesión en vivo y la mujer la alienta a seguir sus pasos, a encender su cámara web y tocarse frente a otras personas lujuriosas. ¿Lo hará? ¿Tiene el coraje suficiente? No puede evitar sentirse seducida y tentada por un mundo que puede ser el inicio de algo fascinante y erótico.
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